viernes, 28 de octubre de 2011

Capítulo IV "Un licántropo negro como el azabache"

El oráculo miró a Markus con el ceño fruncido, las marcas coincidían perfectamente con el cráneo del animal.

-Te ha mordido un licántropo, esta noche te transformarás y matarás a cualquier persona que este a tu alrededor- el oráculo se apartó bruscamente de Markus.
-Eso…¡Eso no es verdad! ¡Me mordió hace tres día y todavía no me a pasado nada!-gritó Markus mientras se levantaba de un salto bruscamente y enfurecido.
-No era Luna llena…-susurró el oráculo-la primera transformación se produce en Luna llena…después todas las noches.
-¡¡¡No!!!-gritó Markus-¡Yo no soy un monstruo!-la noche había caído, Markus estaba hiperventilando por la presión que había en aquel lugar, una gota de sudor cayó por su frente.
-Markus, tranquilo, no te aremos daño, no sentirás dolor, te lo prometo, si no nos dejas actuar ahora…luego será demasiado tarde y matarás a gente inocente, ¿Es eso lo que quieres, Markus?- el galeno tenía un frasco en la mano con una sustancia desconocida, se acercó lentamente a Markus.
-No te me acerques- gruñó Markus, entonces Robin lo cogió por los brazos.
-¡Ahora galeno!- El galeno se abalanzó sobre Markus, pero este consiguió soltarse y escapar de la clínica.

Markus corrió hacia el bosque, la Luna estaba llena y mas plena que nunca, Robin salió tras él y gritó los cuatro vientos:

-¡Al licántropo, que no escape el licántropo!

De pronto, como si los hubieran llamado, un grupo de gente salió de sus casas y Robin, el galeno Ricardo y el oráculo les pusieron al día sobre la situación por la que pasaba el muchacho. Sin dudarlo un minuto, el gentío encendió antorchas y cogió horcas. La muchedumbre se aventuró en busca del joven Markus que ya les llevaba unos metros de ventaja.

Markus corría y corría intentando no desfallecer ante aquella gente llamada en el pasado “vecinos” sabía que si se rendía lo matarían ensartado o lo quemarían en una pira, aunque el pobre muchacho tampoco tenía nada que perder y se lo planteó durante varias ocasiones. Markus tropezó con una raíz de un árbol, pero se incorporó rápidamente y siguió corriendo lo más rápido que le permitían sus piernas ya hechas polvo. Mientras tanto, Viviana estaba en el claro, esperando a Markus, se extrañó bastante al ver que el muchacho no se presentaba, pero sabiendo como era de despistado, decidió darle un poco más de tiempo. Markus vio que la ventaja que había ganado anteriormente se estaba perdiendo por momentos, ya veía tras de si los reflejos de la luz de fuego de la muchedumbre. Entonces decidió dejar de ir a ras del bosque y se desvió hacia una pequeño claro…pero ese fue su mayor error…ya que en ese lugar no había nada que impidiese que la luz de la Luna rozara su piel…entonces Markus miró hacia la Luna y paró de correr, nunca antes le había parecido tan hermosa y tan bella…le hipnotizó con aquel deslumbrante brillo…Markus se dejó caer de rodillas al suelo, de repente empezó a sentir un horrible dolor desde lo más hondo de su ser y gritó. Viviana, que esperaba ya impaciente, oyó el grito e identificó inmediatamente que se trataba de la dolorosa voz de Markus, y, sin pensárselo dos veces, salió corriendo de allí y se dirigió hacia de donde provenía aquel escalofriante grito de su amigo. Markus notó como sus piernas se iban convirtiendo poco a poco en patas, como sus manos se transformaban en zarpas, como su nariz se alargaba asta tomar el aspecto de un hocico y como le crecía una cola y sus costillas se agrandaban dolorosamente…la ropa que llevaba se estaba empezando a rasgar y el pelo a multiplicar…sus orejas se volvieron puntiagudas y sus dientes en afilados colmillos…asta que por fin el agonizante dolor desapareció, Markus se había convertido en un gigantesco lobo negro como el azabache y de ojos azules como el cielo, entonces aulló a la Luna en señal de la finalización de su transformación. En su respuesta, otros lobos aullaron en la lejanía y fue entonces cuando la muchedumbre lo vio transformado en su totalidad.

-Demasiado tarde-dijo el oráculo señalando a la bestia.

Markus se giró hacia ellos con las orejas hacia atrás y les dedicó un gruñido amenazador, pero la poca conciencia y racionalidad aun presentes en el pensamiento del licántropo le impedían atacarlos…por lo menos momentáneamente asta que perdiera totalmente el control de sus actos. Entonces volvió a iniciar su carrera y la muchedumbre comenzó de nuevo la persecución, era evidente que Markus no quería hacerles daño. De pronto apareció Viviana de la nada y vio a toda aquella gente con antorchas y diversos instrumentos destinados a la granja y al labrado del campo.

-¿Qué demonios esta pasando aquí?-preguntó Viviana temblorosa y un tanto asustada.
-Estamos persiguiendo a un licántropo, si no lo matamos, regresará y quien sabe quien podría ser la próxima victima de sus fauces- dijo Robin
-Robin tiene razón, debes ayudarnos Viviana-concluyó el galeno.

Viviana asintió y se unió al gentío, pero lo que nadie le dijo era que el licántropo al que perseguía se trataba de Markus. Markus sintió que aún le quedaba algo de conocimiento en su sesera, así que no dejó de correr asta que su camino llegó a su fin, el comienzo de un precipicio demasiado alto y empinado para ser escalado le impedía en paso, estaba decidido a volver atrás cuando el gentío furioso le acorraló en la pared, entonces Markus reparó en algo, el gentío estaba liderado por Viviana, que se quedó parada en frente del ahora licántropo Markus.

-¿Es este?-dijo Viviana.
-¡Si, debes acabar con él de una vez por todas! ¡Es verdad, mátalo ya!-gritaba el gentío.

Viviana alzó las manos para conjurar un hechizo cuando miró a la bestia, estaba acurrucada en un rincón, con las orejas para atrás y gimiendo, entonces se fijó en sus ojos que reflejaban una gran tristeza, eran de un tono azul demasiado familiar para ella, entonces dejó de conjurar un momento al ver la reacción del licántropo. El animal estiró su zarpa y escribió en la arena del suelo “Yo Markus” entonces Viviana se aterrorizó.

-Ma…¿Markus?.

El animal no respondió, pero una lágrima cayó por su ojo izquierdo y Viviana conjuró un hechizo, Markus cerró los ojos pensando que le iba a matar pero en lugar de eso le susurró.

-Huye, Markus, huye y no vuelvas.

Viviana no pudo evitar que se le escaparan unas lágrimas de dolor también, pero acabó de pronunciar la última palabra del hechizo “…licantrupus” y de repente Markus apareció en un lugar desconocido. El desconcierto reinó sobre el gentío, que vio como el licántropo había desaparecido sin rastro, entonces le pidieron explicaciones a la maga, ella se limitó a contestar que lo había mandado a otra dimensión.

Markus se encontraba transformado todavía en un páramo helado, fue entonces cuando empezó a perder el control sobre si mismo, pero como no había nadie allí, no tuvo que lamentar ninguna víctima, aparte de una pequeña cabra montesa que hubo tenido la mala suerte de cruzarse en su camino. Entonces empezó a transformarse en humano de nuevo ya que la ausente presencia de la Luna en aquel lugar tan árido le impedía seguir transformado en su forma lobuna, así pues la abandonó y volvió a ser un humano, anduvo unos cuantos pasos sin decir ni hacer nada y calló de rodillas al suelo después de perder el sentido completamente. El cuerpo de Markus estaba inmóvil e inerte en el nevado suelo, donde la sangre de la cabra lo encharcó. Para su desgracia, de pronto comenzó una fuerte tormenta de nieve, pero Markus no sentía nada.

De pronto, un individuo vio el ya cadáver de la pobre cabra y siguió las huellas de sangre que se iban transformando de las de un lobo a las de un humano, entonces, al final del camino, halló el inmóvil cuerpo de Markus ensangrentado y supuso lo peor. Cogió a Markus y se lo llevó de allí a un pequeño poblado en mitad de la nada, se trataba de un elfo, y en el poblado habían muchos mas.

Aquellos elfos eran de un color bastante raro, ya que los elfos normales tenía el color de la piel de un verde muerto bastante intenso, que en las mujeres solía ser verde claro, los ojos gatunos y amarillos como el ámbar y solían ser bastante mas altos que los humanos, sobre 2’13 cm, además de que las orejas eran muy largas y puntiagudas, pero esos elfos vivían en el bosque, y podían llegar a vivir asta 3 siglos, sus ropas eran muy complicadas, con numerosos bordados, y solían ser de color verde también, pero mas oscuro.Tenían una excelente vista en la oscuridad, su pelo solía ser largo tanto en hombres como en mujeres y adoptaba un color dorado o castaño muy claro . En cambio aquellos elfos eran de un color verde menta blancuzco, que en las mujeres casi era blanco, tenían unos ojos lobunos y azules como el gélido hielo, llegando a ser casi blancos, en comparación con el azul de Markus, que era bastante más intenso. Su altura no era mayor a 2 metros, y sus orejas eran bastante más cortas y anchas, aunque seguían siendo puntiagudas, pero con el extremo redondeado. Podían llegar a vivir 230 años y ellos no vestían parte superior en la ropa, en su lugar exhibían unos tatuajes hechos por ellos mismos en el pecho, y su parte inferior eran unos pantalones con los extremos brochados y no llevaban calzado, aunque si muchos adornos y colgantes en el cabello y diversas partes más del cuerpo. Ellos veían bien en la oscuridad, pero no tanto como los otros elfos, y su pelo era bastante más largo que el de los elfos del bosque, adornado por trenzas y diversas cosas más, aunque en las mujeres solía ser más exagerado. El color de sus cabelleras era blanco en los hombres con alguna variación a gris y gris claro en las mujeres.

Cuando el elfo llegó al poblado, los demás lo miraron con expresión de curiosidad y se acercaron para tocar a Markus, como si hiciera mucho tiempo que no veían a un humano, el elfo portador de Markus entró en lo que parecía una tienda principal hecha con pieles de animales. Dentro se hallaba un elfo sentado serenamente frente al fuego, pero con rasgos diferentes que lo distinguían de los demás, sus ojos no eran azules, si no de un dorado amarillento, y tenía bastantes mas adornos y colgantes, además de que parecía haber vivido mucho más tiempo que los demás que en comparación eran jóvenes, su pelo era blanco como la nieve.

-¿Qué se te ofrece Tuor?-dijo el anciano en élfico.
-He encontrado a este humano en medio de una tormenta de nieve…parece ser un licántropo, no sabía si debía matarlo o no, así que por eso e venido a pedir tu consejo, gran Fëanáro Lúinwë.-contesto en élfico también.

El anciano se quedó mirando fijamente a Markus, estaba pensando si debía salvarle la vida o abandonarlo a su suerte, que significaría su muerte, entonces miró al fuego y dijo algo.

-Los licántropos en forma humana son monstruosos y unos asesinos sin compasión que se transforman cada noche sin poder evitarlo…pero los de forma élfica lo hacemos cuando queremos y cuando somos lobos podemos controlar nuestra voluntad perfectamente sin necesidad de matar a alguien que no sea nuestro enemigo.-dijo mientras miraba al fuego- tal vez podamos enseñarle a controlarse y no sea necesario asesinarlo o matarlo.
-Entonces, ¿Qué debemos hacer?-dijo el joven elfo dejando a Markus en el suelo
-Lo primero será quitarle la sangre…luego debemos esperar a que se despierte.

Fue dicho y hecho, cuando por fin consiguieron quitar el más mínimo rastro de sangre en el cuerpo de Markus, esperaron a que se despertara, este abrió los ojos por fin y miró a su alrededor, tenía una especie de cinta o collar aferrando al cuello, entonces observó que estaba encima de nieve y que no tenía camiseta ni calzado, solo sus pantalones, supuso que se habían desgarrado durante la transformación, pero no recordaba nada ni sabía donde estaba, solo un enorme dolor de cabeza, hacía mucho frío en aquel lugar. Se encontraba dentro de una tienda, pero no pareció importarle, se levantó y salió de ella, entonces Lúinwë acudió a él y le dijo.

-Por fin te as despertado-dijo con una extraña fluidez en su idioma.
-¿Qué?...¿Un elfo?...¿Donde estoy?- a Markus le dolía mucho la cabeza y no lograba recordar nada.
-Estas en mi poblado, humano.

Entonces Markus recordó de repente, recordó que Viviana le había teletransportado allí para no tener que matarlo.

-Muchas gracias por ayudarme, pero debo irme de aquí…no quiero haceros ningún daño, así que…-Markus dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección contraria.
-¿Ya te marchas joven licántropo?-dijo el anciano elfo con una media sonrisa, poseía un bastón bastante extraño.
-Sa …¿sabías que era un licántropo y aun así no me mataste?-Markus se giró para hablar con el anciano, con los ojos como platos.
-Yo sé muchas cosas, y en el poblado tenemos a 3 licántropos, aparte de mí, ¿Por qué tendría que tenerte miedo?.

Entonces el anciano se convirtió de repente en un gigantesco lobo blanco, con unos hermosos ojos amarillos que miraban fijamente a Markus, que pensaba que este le mataría en cualquier momento por que no podría controlarse, pero un extraño y largo silencio invadió el lugar, Markus todavía tenía los ojos cerrados, pero como advirtió que no ocurría nada, los abrió de nuevo y vio al gigantesco lobo sentado frente a él, con una mirada fija e impasible.

-Co…¿Cómo lo haces?- titubeó Markus, que estaba tan sorprendido que no cabía en su asombro.
-¿Transformarme y no tener ansias de matarte en todo momento?- dijo el lobo
-¿Cómo es posible que puedas hablar en esa forma?-dijo Markus señalándolo un tanto asustado.

Lúinwë volvió a transformarse en un elfo rápidamente, se acercó a Markus y le puso su vieja mano encima de la cabeza.

-Puedo enseñarte esto y mucho más… pero la decisión es tuya, puedes irte del poblado y vivir como una bestia incontrolada el resto de tu vida…o quedarte aquí con nosotros y aprender a usar el don que as recibido en tu beneficio y en el de los demás, como poder protegerlos de algún peligro y no desear matarlos en todo momento.

El rostro de Markus se serenizó por un instante, cerró los ojos y lo pensó ensimismada y detenidamente, luego los abrió y miró fijamente a los ojos de Lúinwë que esperaba pacientemente una respuesta, entonces Markus se limitó a asentir con la cabeza y entonces el viejo elfo sonrió.

-Mi nombre es Lúinwë, pero llámame Fëanáro Lúinwë.-dijo mientras se daba la vuelta.
-Yo me llamo Markus- dijo mirando serenamente a Lúinwë.

De pronto, la tormenta de nieve paró súbitamente.

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